domingo, junio 12, 2011

Perlas del estado de derecho

Envío una perla del estado de derecho y de la democracia policial. El ex vocero de la Fiscalía Oriente propone tratar a los grupos antisitémicos con "lógica de guerra civil y aplicándoles el derecho penal del enemigo". Es decir, el Sr. Schilling propone tratar a los anarquistas y a todos quienes se opongan radicalmente alk orden de dominación capitalista de manera similar a los prisioneros de Guantánamo por parte de Estados Unidos. En esta curiosa salida fascista de Schilling en que se hermana en cuanto a discurso y calidad moral con George W. Bush, recordemos que el estatus dado para los prisioneros de Guantánamo es el de combatiente enemigo, el ex vocero de los fiscales de la zona oriente, nos señala que la razón para darles el trato de enemigo interno es que se oponen nada menos que al contrato social en el que "todos estamos de acuerdo". ¿Pero de dónde habrá salido este señor para creer que toda la sociedad está de acuerdo con su contrato social de esclavos? ¿No saldrá a la calle, no verá lo que está pasando? El contrato social y el estado de derecho de Schilling mata mapuches por la espalda y estudiantes en manifestaciones, le vuela un ojo a una estudiante en Concepción y apalea sin misericordia en las calles de todo $hile. El contrato social en el que todos estaríamos de acuerdo según el pastelazo de Schilling tiene campos de exterminio llamados cárceles donde mata y tortura a los delincuentes pobres, porque los delincuentes millonarios y poderosos son justamente a quienes sirve Mario Schilling, ellos son quienes destruyen la naturaleza y el planeta, los que explotan a millones de personas, los que controlan los medios de comunicación y los que administran esta "justicia" de la que Schilling se siente orgulloso, la que condena a la cárcel a los mapuche y tiene en cabañas de veraneo a los genocidas y asesinos que torturaban y lanzaban a la gente al mar. El contrato social apoyado por todos y todas es el que sólo ayer re-programaba las deudas de La Polar robando y esquilmando a miles de personas mientras todos esperan por TV la Copa América. Bravo por Schilling, porque ayuda a que el Estado se saque la careta y este discurso del estado de derecho se rebela como lo que es la dictadura de la mercancía y una democracia policial que manchada de sangre dispara a los que se alzan contra el orden capitalista. Estamos todos en la mira, somos los nuevos enemigos internos.

Una sensata cantidad de bombazos


Mario Schilling

Ex vocero de la Fiscalía Oriente

A dos días de ocurrida la explosión que dejó mutilado al joven Luciano Pitronello Schuffeneger cuando intentaba instalar una bomba en una sucursal bancaria en el centro de Santiago, Carabineros ya contaba con tres sospechosos de acompañar al anarquista y abandonarlo tras la detonación.

Leí una cantidad importante de comentarios en mi cuenta de Twitter que denostaban al joven Pitronello, festejando su actual situación de gravedad; otros, más caritativos, lamentaban su delicado estado de salud; y muchos más, pidiendo “mano dura” al gobierno con este tipo de situaciones. La pregunta que todos se hacían se resume en la pregunta: ¿cuándo van a terminar estos atentados explosivos en nuestra capital? Parece que no nos queda más remedio que acostumbrarnos a una sensata cantidad de bombazos.

La mayoría de los discursos políticos en materia de seguridad descansan en los aspectos represivos y no preventivos de la delincuencia. Los eslóganes que estamos acostumbrados a escuchar, sobre todo en períodos de campaña electoral abogan por más policías, penas más altas, mayor dotación de fiscales para el Ministerio Público, más cárceles. La sociedad, lega en estas materias y crédula de sus propios prejuicios y lugares comunes, compra con entusiasmo estos discursillos falaces, ilusionada de que cualquier gobierno con dos dedos de frente logre atajar la ola de delincuencia con el uso de medidas feroces. Pero, si la solución fuera tan fácil, ¿por qué no se ha aplicado con anterioridad? ¿Es que los gobiernos son condescendientes con los criminales por motivos de cálculo político? ¿O será, más bien, que en el Ministerio del Interior no hay nadie que sepa esta verdad “revelada”?

Los países escandinavos que gozan de una seguridad ciudadana de altísimo nivel han destinado esfuerzos a la prevención más que a la represión. Si usted tiene una gotera en el techo, la decisión más absurda que puede adoptar es que gaste millones en comprar uno o varios parches decorativos, a medida que se van gastando y tiene que reponerlos, en vez de contratar una sola vez a un gasfíter que repare la cañería que ocasiona la filtración.

El problema radica en que los grupos antisistémicos que colocan estos artefactos explosivos no son, precisamente, personas con riesgo social, mal educadas, mal alimentadas o carentes de oportunidades. No son ladronzuelos, ni asaltantes, ni rateros. Tampoco delincuentes sexuales susceptibles de terapia u homicidas incapaces de controlar sus impulsos. Estos grupos están integrados por personas que han declarado su disconformidad al pacto social y se han convertido en transgresores demasiado peligrosos para que no sean tratados con inclemencia. Por lo tanto, más que personas que cometen errores, el derecho debe considerarlos como auténticos “enemigos” de la democracia y del contrato social que todos adherimos, en una lógica de guerra civil antes que de delincuencia ordinaria. La razón de aplicarles un derecho penal del enemigo y no un derecho penal común, radica precisamente en que este último es incapaz de brindar las garantías y derechos que los ciudadanos libres y respetuosos de la democracia se merecen.

Tal como lo expreso en mi libro “El Nuevo Derecho Penal del Enemigo”, la delincuencia común podría enfrentarse con mayor esfuerzo en la prevención, aumentando la dotación de asistentes sociales antes que policías, más psicólogos encargados de rehabilitación que opresores o represores pagados por el Estado, porque estamos tratando con personas que aún podrían insertarse y respetar el Estado de Derecho, la sociedad libre, la democracia y sus valores políticos y sociales. Pero tal como en la selva no puede cazarse a todos los animales con la misma arma ni de la misma manera, las manifestaciones terroristas auténticas y con historia internacional como los atentados explosivos exigen actuaciones diferentes y proactivas de parte del Estado y sus gobernantes, quienes no pueden encogerse de hombros cuando la guerra contra la Estado de Derecho se ha declarado explícitamente.

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